Sofía Abel, hija de la familia más rica de la ciudad, ocultó su identidad y realizó prácticas en la empresa de su propia familia, pero no esperaba que el presidente de la compañía con la que trabajaba fuera su novio, el pobre Carlos Esteban, que se marchó sin despedirse hace tres años. Pensaba que el malentendido podría resolverse, pero no esperaba que la intrigante Lola Fernández provocara problemas, lo que hizo que la incomprensión de Carlos hacia Sofía se intensificara.
